Entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22)”. Así escribe el Santo Papa en esta Encíclica, a fin de que los cristianos y todos los hombres de buena voluntad, podamos “tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar”. Necesitamos una nueva educación que forme conciencia de nuestro origen, la pertenencia mutua de todos los habitantes del planeta y de un futuro compartido.
ISBN: 978-607-714-154-9
Páginas: 164
Año: 2015
Peso: 7oz